El Derecho de la Información nace a partir de la plasmación en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 de un derecho natural cual es el derecho a la información, concreción moderna del derecho del hombre a comunicarse, que los clásicos consideraron el mismo que el derecho a vivir en comunidad.

El Derecho de la Información, animado por el derecho a la información como su principio eminente, ha ido desenvolviéndose desde su esquema más simple, exigido por razones pedagógicas, hasta afirmarse en problemas y soluciones de vanguardia suscitadas tanto por unas investigaciones constantes y profundas de muchos autores, cuanto por las exigencias de los nuevos medios de comunicación, cuya aparición o perfeccionamiento ha solicitado estudios que han abierto caminos nuevos a las ciencias jurídica e informativa.

Ha sido necesario ir construyendo monográficamente las nuevas teselas del sistema a medida que la realidad mediática iba complicándose. Y, a la vez, ir situando esas piezas en aras de construir las ideas generales, siempre en servicio de la comunicación humana. Es decir, de la persona.

Los capítulos del libro se mueven en esa vanguardia en la que se obtienen soluciones que, quizá, extrañen a juristas e informadores por nuevas. Pero la experiencia indica que otras ideas que, hace unos años, extrañaban igualmente a pensadores cautos, los ha convertido luego en defensores entusiastas de las mismas al percatarse, no sólo de su verdad, sino también de su operatividad en la vida compleja e intensa de la información.