Por ubicación geográfica y por trdición, Italia y España han conocido experiencias muy semejantes en el ámbito del Derecho de extranjería. Ambos son países que no han tenido que plantearse el estatuto jurídico del inmigrante hasta fechas recientes, pues han sido tierras más bien de eemigración. Pero en la última década, algunas de sus zonas costeras se ven sometidas a una fuerte presión derivada de la llegada masiva de personas que buscan en Europa las posibilidades vitales que tienen cerradas en sus países de origen. A diferencia de otro grupo de Estados europeos -Alemania, Francia, Suiza- habituados a tratar la extranjería como una cuestión que afecta al centro neurálgico de su estructuración social y productiva, Italia y España se han visto desbordadas en los últimos años por un fenómeno parar el que sus correspondientes arsenales normativos carecían de respuesta.