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La persona, en su aspecto individual y formando parte del grupo básico de la sociedad, que es la familia, es la protagonista esencial del Derecho. La vertiginosa evolución de los hábitos sociales mantiene a persona y familia en el centro neurálgico de un cambio permanente que, complicado por las nuevas tecnologías, altera incesantemente las formas de vivir. La modificación de los estímulos vitales, las innovaciones y reformas en materia religiosa y la reafirmación de los principios universales de derechos han revolucionado el mundo jurídico alrededor del hombre. Sus grupos -las familias- precisan una nueva definición y un marco legal diferente. La colisión entre lo público y lo privado produce una eclosión de los sistemas. A todo ello, deben añadirse dos factores revolucionarios: la proliferación normativa y la enorme judicialización de los conflictos. Al primero se une su condición efímera y al segundo la inseguridad en sus resultados. Dentro del marco cada vez más necesario de la especialización y como contribución a la necesaria información de los agentes jurídicos, aparece este Tratado en el que se ha cristalizado la dilatada y profunda experiencia en estos campos de su autor.
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