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El 29 de diciembre de 1980 una comisión de delegados de las instituciones vascas pactaba con otra formada por representantes del Gobierno del Estado la política fiscal en la comunidad autónoma vasca y la contribución de ésta a los presupuestos generales del estado, esto es, el concierto económico, pilar de la autonomía vasca. Antes de ese día hubo muchas reuniones. Saber qué se habló en ellas, qué expectativas tenían, qué soportaban y qué grado de satisfacción alcanzaron quienes negociaron el acuerdo, era el objetivo de la primera investigación que me encargó Ad Concordiam, un estudio que, de haberse correspondido a su primera intención, habría permitido conocer no sólo cuál ha sido la situación fiscal de la comunidad autónoma vasca durante los últimos 25 años, sino cómo era esa euskadi que acababa se aprobar el estatuto de Gernika y que, finalmente limitada a tres de sus territorios históricos, no dejaba de conocer fricciones entre ellos y ese estado español que despertaba de una larga dictadura, se organizaba en autonomías y estaba a punto de sufrir un golpe de estado. Es decir, habríamos conocido mejor un capítulo muy importante de nuestra historia más reciente. El único problema es que no he podido hacer el libro que yo hubiera querido sino el que las circunstancias y los protagonistas de esta historia me ha permitido.
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