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El tema del control de la actividad de la Administración constituye una de las cuestiones capitales del Derecho público desde sus mismos orígenes. La lucha por la sujeción a control del Poder, su reducción al Derecho y la racionalización de su ejercicio representan los paradigmas del Estado de Derecho. Su corolario lógico es la jurisdicción contencioso-administrativa, reverso del establecimiento de la Administración. Jurisdicción administrativa y doctrina de los actos administrativos, institucionalmente ligados entre sí, componen el doble objeto de esta obra.
El libro conduce a cuestionar numerosos principios fundamentales del sistema jurídico-administrativo, extraños al modelo originario del contencioso-administrativo, cuya incorporación es posterior, fruto de la subversión del mismo, a través de la sustantivación del incidente de admisión de modo principal: entre ellos, la configuración de aquél como un proceso revisor a partir de la existencia de un acto previo de la Administración, la hipertrofia misma de esta doctrina y la prerrogativa de la decisión ejecutoria. Las conclusiones que ofrece el autor son de una singular trascendencia, consecuencia de un estudio sistemático y modélico de la legislación administrativa —procesal pero también sectorial—, de la doctrina de la época y, sobre todo, de la jurisprudencia. De ahí la importancia y el interés de la obra.
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