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La forma de relacionarse la Administración tributaria con los ciudadanos está sufriendo en los últimos años un cambio. Estamos pasando de una Administración que era parte del aparato servicial de un Gobierno, a otra que poco a poco va asimilando el equilibrio entre las facultades de la Administración y el respeto y a las garantías y derechos de los contribuyentes. También el estatus del contribuyente cambia. Éste, cada vez más, cuando se dirige a la Administración exige ser tratado como un ciudadano con sus derechos y sus garantías, y concibe su relación con la Administración de un modo distinto y exige un cambio en la orientación de los servicios públicos y una mayor calidad en la prestación de los mismos. En este contexto, el término cliente no sólo en el ámbito tributario sino en el de la Administración Pública se está generalizando
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