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La afirmación de la dignidad de todo ser humano constituye una importante transformación del Derecho Internacional en la medida en que, junto al clásico principio de la soberanía, ha aparecido otro principio constitucional del orden internacional contemporáneo: el de los derechos humanos. Esta evolución ha sido culminada con la progresiva consolidación del acceso de los individuos a la jurisdicción internacional en defensa de sus derechos humanos. En el umbral del siglo XXI ya no puede haber ninguna duda de que el derecho de petición individual ante los Tribunales Internacionales de Derechos Humanos, y a la intangibilidad de la jurisdicción obligatoria de éstos, constituyen los pilares sobre los que se asienta la protección de los derechos fundamentales de los seres humanos. Al análisis de esta evolución se consagra la actual monografía del profesor Antonio A. Cançado Trindade, deteniéndose en particular en el acceso individual a los dos únicos Tribunales Internacionales de Derechos Humanos existentes hasta el momento: el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (Estrasburgo) y la Corte Interamericana de Derechos Humanos (San José).
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