Nos hallamos ante un producto muy elaborado que aborda de forma decidida y sobre un importante substrato jurisprudencial una materia fundamental en la garantía de los derechos de los ciudadanos en sus relaciones con la Administración, sin olvidar el interés que para ésta supone el vencer la resistencia del que no quiere darse por notificado.

La Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común (LRJ-PAC) sirve de hilo conductor para adentrarse en el dédalo de las notificaciones y transitar por aquellos vericuetos cuya dificultad de trazado han aportado elementos sustanciales para la construcción del edificio notificatorio. Así, partiendo de los artículos 58 y 59 de aquélla Ley, que vienen a constituir el cimiento del mencionado edificio, se analizan las especialidades que particularizan el régimen tributario; se circula por la ruta de las denuncias de tráfico; y se repasa el régimen electoral en el que la brisa de la singularidad que le rodea hace que las hojas de su calendario pasen muy deprisa y, en cualquier caso, a una velocidad muy superior a la que alcanza el vehículo del procedimiento común. El tejado de las nuevas tecnologías y la ornamentación de las incursiones efectuadas en otras parcelas, como la de extranjería y la representada por la Ley de Marcas, así como las continuas referencias a la Ley de Enjuiciamiento Civil y los frecuentes viajes al derecho autonómico y al ordenamiento extranjero, vienen a rematar el edificio de las notificaciones.

Igualmente, la edificación se encuentra circundada por las amplias zonas verdes de las notas a pie de página y apuntalada por el exhaustivo índice analítico, lo que proporciona al inmueble un acabado muy atractivo para el interesado en este tipo de obras.

Los autores reflexionan conceptualmente sobre las notificaciones, inician un recorrido por los protagonistas, tanto en su vertiente activa como pasiva, el objeto, los requisitos y el plazo para cursar la notificación. Continúan su andadura con el rechazo de la misma, con la realizada por medio de anuncios y con la entrada en escena de la publicación; para terminar el itinerario con la notificación defectuosa, la tácita y la de por ?actos concluyentes?; siendo la ausencia de notificación la que pone fin al trayecto. Atención especial merecen las incisiones efectuadas por los creadores de la obra en el lugar y los medios para practicar la notificación, distintas situaciones que pueden darse a la hora de localizar a la persona a la que la Administración le quiere notificar un acto administrativo, así como los diferentes modos en que aquélla puede llevar a cabo tan necesaria como, en ocasiones, difícil misión. Así, y por lo que se refiere a los lugares de notificación, el lector se va a tropezar con el supuesto normal de notificación en el domicilio del interesado, pero también con otros menos frecuentes como la notificación en un hotel, en un establecimiento penitenciario o en una discoteca, por poner sólo alguno de los muchos ejemplos que surcan el libro. Y respecto a los medios para practicar la notificación, se distingue entre los idóneos, como el envío postal certificado o el correo electrónico, y los contraindicados, como el envío postal ordinario o la notificación por debajo de la puerta.