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La lógica de toda investigación universitaria conduce a la difusión de sus resultados. Si aceptamos, siguiendo a Ortega y Gasset, que una atmósfera cargada de entusiasmos y esfuerzos científicos es el supuesto radical para lo existencia de la Universidad" (Misión de la Universidad y otros ensayos afines, Revista de Occidente, 1930), habremos de concluir que sólo en tal ambiente se pueden concebir y realizar aquellas tareas investigadoras que más elocuentemente reflejan la pujanza científica de uno universidad y de sus departamentos e institutos; sin minusvalorar otros muchos resultados del esfuerzo investigador universitario en forma de artículos, ponencias o patentes, se acepta como criterio elocuente de productividad científica a realización de tesis doctorales. Ahora bien, continuando con nuestro hilo argumental, el propio Ortega reconocía que, al mismo tiempo que con la Ciencia, a Universidad también necesita codearse con a realidad del presente en sus múltiples dimensiones; La Universidad tiene que estar abierto a la plena actualidad; más bien, tiene que estar en medio de ella, sumergida en ella.
Creemos que en tales premisas se incardina a investigación que nos honramos en prologar, situada a caballo entre a tensión creadora heredada de la tradicional universidad científica y el nuevo papel que debe asumir una universidad moderna, preocupada, sin abandonar la investigación, por la transmisión de saberes y por la aplicación de los resultados investigadores. Fakara por invocar en este prólogo una nueva exigencia que en a actual coyuntura histórica ha de asumir la Universidad del siglo XXI: la necesidad de participar en o global al mismo tiempo que se rinde cuenta de lo local, haciendo suyo el ya famoso principio aplicable a otras muchas cuestiones de nuestro convulso mundo: "pensar global y actuar ocal". En suma, a simbiosis entre la irrenunciable vocación por esclarecer cuestiones generales y la preocupación por encontrar soluciones a los problemas inmediatos de nuestro entorno.
La investigación que hoy ve la luz ha buscado, con decisión no exenta de temeridad, ubicarse a caballo de las dos "vocaciones' de la Universidad, abordando para ello una realidad apasionante como son las modernas metrópolis, empeñadas, al menos en su versión europea, a partir de los años 70 del siglo XX en el arriesgado ejercicio de adaptar sus viejas estructuras físicas y funcionales al nuevo marco surgido al socaire de la post-modernidad y del post-fordismo. Si la ciudad post-industrial se abre paso penosamente en toda la Europa desarrollada, el tránsito se ha tornado aún más difícil y complejo en el Bilbao metropolitano, que es donde a investigación ha hincado el bisturí del trabajo empírico. No obstante, asombra cómo en el caso bilbaíno se ha pasado en escasas dos décadas de una situación de profunda crisis de su aparato productivo tradicional a un horizonte de reactivación económica muy prometedor de la mano del sector terciario más avanzado e innovador.
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