Información adicional
Al iniciarnos en los antecedentes históricos de la propiedad intelectual, hemos sentido la sensación de descubrir un tesoro. Nada menos que el valioso hallazgo de los epigramas de Marco Valerio Marcial acusando a Fidentino de poeta plagiario por haberle copiado versos haciéndolos pasar cómo propios; y le imputa la comisión de un hurto manifiesto, de ser un ladrón. Entonces, siglo I de nuestra Era, Marcial acaba de anticipar el concepto de plagio literario, sólo llegado a conocer, tal cómo es hoy, a fines del siglo XVIII. Porque plagiario era, en tiempos antiguos, la persona que se apropiaba de esclavo ajeno y, también, la que hacía esclavo suyo a hombre libre; incurriendo así en delito de hurto, calificado de grave según la Ley Flavia contenida en el Digesto. De dónde nos resulta fácil considerar a nuestro Marcial, nacido en la Bílbilis hoy Calatayud, en el año 41, cómo el primer autor que traslada el concepto legal de plagio, referido a delito contra la libertad de las personas, al moderno concepto, tan literario cómo jurídico, de usurpación de la autoría de obra intelectual; en aquellas calendas mera repulsa social y ahora vulneración de leyes civiles o penales, atendido al daño que se causare. Marcial es buen conocedor de leyes y tribunales a más de elogiado poeta satírico. Juega en sus epigramas con los términos jurídicos de esclavitud y libertad existentes en los dos tipos de plagio, el de hurto de esclavo y el de hurto de obra literaria; hablándonos, con versos, de que si sus libros se quejan de pesada esclavitud se le diga al plagiario que él les ha concedido la libertad; que ellos no necesitan de un delator o de un juez, porque le basta con increparle así: Tu página, plagiario, que de mi has copiado, «se levanta contra ti y te dice: eres un ladrón»
|