A lo largo de la historia de la humanidad la violencia ha estado muy presente, desempeñando un destacado papel en la esfera de la política y lo político. En consecuencia, no es de extrañar que se la identifique como uno de los principales riesgos para la paz y la estabilidad mundiales, de socavar el Estado de Derecho y de generar graves y negativos efectos sobre la democracia, la seguridad y los derechos humanos. Cuestiones sobre las que se ha debatido profusamente tratando de dar respuesta a la gran pregunta: ¿por qué la política es escenario de violencia? Cuestión nada fácil de dirimir, si se parte de la base de que la violencia política y sus manifestaciones difieren enormemente en términos de orígenes, estructuras y objetivos. Son numerosos los elementos que enriquecen su categorización: fines, objetos, medios, participantes, extensión, intensidad, duración, formas o la mera organización. Y es que la violencia política no conforma un fenómeno monolítico. Muy al contrario, presenta una faz poliédrica, compleja y multidimensional, que ha tomado forma en una pluralidad de manifestaciones diversas caracterizadas a su vez por una gama amplia de matices. Complejidad que se acentúa por las transformaciones operadas en el escenario internacional —hibridación de las amenazas, asimetría del conflicto, guerra multidominio, zonas grises de confrontación, lawfare…—, por lo que se nos presenta todo un rompecabezas por desentrañar, ante el que esta obra colectiva aspira a hacer su pequeña contribución