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Este libro, es «un panorama».
Y los panoramas, predican el atender a los diferentes elementos que los integran: aquéllos a los que por hallarse en sombras, no se alcanza —las umbrías—; el sistema de aguas, comenzando por las fuentes: más bien un fontanar, dada su multiplicidad y variedad; siguiendo por el río y su descenso, hasta hallarse sus aguas, inmóviles, empantanadas. De ahí que surjan las nieblas, que impiden ver más allá.
El observatorio, se halla entre los años 1938 —en plena Guerra Civil— y 1998 —presentación de un nuevo «Anterproyecto» de la Ley Procesal Civil— y el observador, en movimiento. Lo cual no le impide encontrarse con zonas en sombra —el derecho del trabajo, el de arrendamientos— que aquí no examina aquél; sí examina las fuentes, de las que surge la materia vivificadora del Derecho; especialmente, los jueces y tribunales, con sus cambios de impostación política y técnica.
Después, sigue un curso muy variopinto y accidentado, del río: en él, hállandose parajes acogedores, amables y otros, agrios o desagradables; que en la legislación procesal española de las seis últimas décadas, hay de todo.
Y pese a la fuerza que el agua pura despliega, el río va haciéndose lento en su fluir, hasta que se detiene y encharca: trátase de normativas defectuosas, que más ocasionan problemas que los resuelven.
Finalmente, ese choque del inmovilismo y del verdadero progresismo, produce nieblas, que se alzan impidiéndonos ver... lo que debería ser ya el mar libre, en el horizonte.
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